viernes, 3 de diciembre de 2010

Pero mira cómo nieva...

Igualita que una niña con zapatos nuevos y cuatro vueltas de bufanda caminando hacia el colegio. La nieve, que a esas horas nadie había pisado todavía, crujía al ritmo de funk que marcaban sus pies talla 38.

Petra estaba anonadada: la luz, la nieve, la temperatura, que era agradable a pesar del frío (¿o era que ella estaba demasiado contenta como para notar el frío?)...

En esos momentos se olvidó de que todo le venía demasiado grande (porque allí ya no quedaba la talla 38 en la zapatería), que nada tenía que ver con ella y muchas cosas que no me quiso contar porque le daba vergüenza.

"Lo que cuenta es la experiencia y nada más" se limitó a decirme. En fin. Cuántas cosas tiene que aprender esta Petra...



[Sullen Girl - Fiona Apple]


jueves, 3 de junio de 2010

Lis


Cosas que me gustan de ti:

El día que llegaste a casa.

Cuando te sentabas encima de los folios y te quedabas muy quietita.

Las siestas eternas panza arriba.

Las carreras que te pegabas tú sola por el salón.

Cuando te frotabas contra el ordenador.

Cuando te volvías loca jugando con cualquier cosa que se moviera.

Tus ojos azules enormes.

Lo bonita que te volviste de felicidad.

Que a pesar de tener un sofá asignado, te venías siempre con nosotros.

Que el ruido del Guitar Hero parecía no molestarte.

Tus ronroneos continuos a todo volumen.

Que pasabas de nosotras cuando había visitas masculinas.

El gusterrismo cuando te tirabas al sol en la terraza.

Cuando le escribías a la gente al sentarte encima de mi teclado.

Que antes no me gustaban los gatos y me hiciste quererlos.


Cosas que no me gustan de ti:

Que ya no estás.


miércoles, 23 de diciembre de 2009

Pesadilla durante Navidad por Cristina Burton

Hasta ayer, echaba mucho de menos tener tiempo para mí y vagar por las calles de A., sin pausa pero sin prisa, como a mí me gusta.
Pero, ¿qué ha podido pasar ayer para que ahora mismo no quiera volver a salir de mi cueva nunca más?

Pues bien. Para empezar, ayer no fui yo quien decidió ir a dar un paseo, sino que fue el paseo quien se tomó la libertad de enfundarme en mi abrigo-peluche (sintético. Tranquilos, grinpiseros) y abrirme el paraguas en la puerta de mi casa. Paseo también quiso ponerme bufanda. Me decía: "Anda, tápate bien la garganta, no vayas a coger frío".

La gente por estas fechas sale a la calle no por voluntad propia, más bien por obligación. Paseo-consumista les insta a abandonar sus refugios ataviados con cuellos vueltos, guantes, guirnaldas, estrellas en la cabeza y demás familia. Pues eso mismo me pasó a mí, pero sin toda la carallada navideña.
A pesar de mi enfado con los días de Papá Noel, este año me había propuesto, mentalmente, enfadarme un poco menos con los Reyes Magos y El Corte Inglés y echarles una sonrisita diaria.

Enfin bref, salí de casa de la mano de Paseo y me dirigí a la base de operaciones del Dr. Maligno (el centro comercial, vaya) a comerme la cabeza para ver qué diantres podría comprarle a la familia. Para mi no asombro, la entrada del edificio estaba ATESTADA de adolescentes, esos granujillas que tanto adoro, que gritaban y se reían a niveles insospechados.

"Respira, respira hondo".

La calima del centro comercial y sus temperaturas saharianas hicieron que me empezara a poner de muy mal humor, pero con mi renovado espíritu navideño intenté relajarme.

Y ahora pregunto yo: ¿Qué hay peor que un disco de villancicos que aún no se ha rallado? Pues yo os daré la respuesta: un disco de villancicos que aún no se ha rallado de Luis Miguel. (El karma me está castigando de lo lindo últimamente por ser mala persona).

Después de aguantar una cola kilométrica de bebés esperando por ir a hacerse la foto con Papá Noel, que por cierto hace más ilusión a los padres que a los pobres niños, los gritos de los granujillas que no tienen nada mejor que hacer que vivir, los villancicos de Luis Miguel, los pisotones/empujones y un largo etcétera, huí lo más rápido que pude de allí.

"Respira hondo y vamos a tomar el aire. O la lluvia. O lo que sea".

Casi queriendo asesinar a todo cuanto respirara, me dirigí al centro a pasear y evadirme un poco de la naviditis. Qué bien me estaba sentando el aire fresco... Noto que me recupero... Ya vuelvo a ser una persona norm... Pero qué demonios... ¿Villancicos por megafonía callejera? No daba crédito. ¿Por qué me odias, seas quien seas?

Me puse a correr tratando de escapar de todo referente a la Navidad y me metí en unas galerías que no tenían pinta de estar muy llenas de gente.

"Uff, aquí estoy a salvo, ni pizca de Navidad por aquí".

Después de sortear a un par de borrachos de mirada turbia, encontré unas escaleras que creí que me llevarían a la salvación. Qué inocentona soy a veces. A la vuelta de la esquina había un Papá Noel que me estaba mirando. Un maldito muñeco de plástico que tenía la mirada fija en mí y parecía decirme "No tienes escapatoria, ven aquí a bailar conmigo". Empezó a menear el bullarengue con un ritmo infernal...

A partir de ahí no recuerdo nada más. Lo único que sé es que hoy cuando abrí la ventana de mi habitación y me intenté asomar me dio un ataque de pánico y la tuve que cerrar inmediatamente.

Este es el principio de mi enclaustramiento permanente, señoras y señores.



martes, 17 de noviembre de 2009

Se nos muere la cultura

Me parece indignante que una ciudad que celebra anualmente un festival internacional de cine haya cerrado las últimas salas de las que disponía.
Me parece aún más indignante que se le pueda echar el candado a uno de los pocos recursos culturales que tenía Ourense.
¿Por qué tenemos que estar aislados del séptimo arte? Qué vergüenza.


Ourense muere culturalmente.

domingo, 15 de noviembre de 2009

5º de Traducción

¿Qué implica ser estudiante de 5º de Traducción?

- Tener ojeras anormalmente oscuras todos los días.
- Que la cafeína sea tu modo de vida.
- Leer sobre cosas que jamás habías imaginado que se pudieran escribir.
- Interesarte (fuera del ámbito académico) sobre temas que jamás habías imaginado que te fueran a interesar.
- No poder desconectar nunca, hasta el punto del bloqueo mental y físico.
- Plantearte el hecho de que dormir es un privilegio y no un derecho/necesidad.
- Lloriquear de injusticia y necesitar abrazos reconfortantes.
- Despotricar las 18 horas del día que no estás durmiendo. En función de la época, se puede despotricar en sueños también.
- Matar las horas libres en la biblioteca.
- En épocas de máximo estrés, no tener tiempo ni para tener sentimientos.
- Pasarse casi todo el día delante del ordenador en compañía de tu mejor amigo: Google.
- Preguntarte cada día horrorizado "¿Qué va a ser de mí el año que viene?"
- Pronunciar la frase "¿Y qué decían ahí en español? Porque era un juego de palabras muy difícil de traducir" mínimo, una vez por semana.
- Aplicar la terminología especializada a la vida cotidiana.
- No salir casi nunca de fiesta y, en caso de hacerlo, ir pronto para casa porque en una semana has dormido 20 horas.


¡Ay! ¡Qué enfermita estoy y qué poco me quejo!

miércoles, 12 de agosto de 2009

Repos

Necesito huir de los peligrosos ataques a mi espacio vital,
del conocimiento que no entiendo,
de la falta de interés, de la apatía y del aburrimiento,
del pseudo verano.
Me alimentaré del descanso mental, emocional
de la dieta mediterránea.
Mi piel mutará en algo que no soy,
algo que finjimos ser durante una época del año
y que tanto nos favorece.
Hablaré de lo trivial, destrivial y atrivial,
quizás mis inquietudes merezcan un descanso también.
Un descanso aparente,
ellas seguirán allí,
durmiendo,
soñando lo que yo vivo, para dentro
de unos días, recordar lo soñado e intentar imitalo.
¡Cómo son, las inquietudes! Te dicen que van al baño
y luego se esconden detrás de un arbusto a leerse
un libro de Paul Auster.
Benditas sean las inquietudes.
Maldigo el día en que se aletarguen,
porque supongo que habré muerto en espíritu.
Etcétera, etcétera, etcétera.


Vacaciones, por favor.

miércoles, 22 de julio de 2009

Anormalmente verano

Sin lugar a dudas, la estación de tren es el lugar que hace las veces de manicomio, o por lo menos, es el lugar que más locos acoge del mundo.
Ahora bien, ¿por qué el cerebro quiere hacernos vivir en un sitio que no nos pertenece? ¿Por qué "loco" para denominar a alguien que "se comporta de una manera alejada a la normal"? ¿Y si somos nosotros los tarados? Y lo más importante: ¿qué es lo normal y quién dicta las normas de la normalidad?