sábado, 27 de octubre de 2007

Quisiera que fuera mejor, J. Smith

Querido Fulanito de Tal:
Hoy quisiera relatarte de forma más o menos mediocre la historia de mi gigante amigo J.Smith.
Debe de medir, lo mínimo, unos 4 metros de altura - frente a mis 50cm, la diferencia se hace más que evidente -, tiene unos ojos azules tan grandes, que los aviones los confunden con el cielo y chocan contra ellos. "¡Ay! Se me ha metido algo en el ojo. Otra vez esos malditos aviones descerebrados. Ya van siendo horas de que el gobierno ayude al maldito tráfico aéreo."
Su alimentación basada en magdalenas, zumo de naranja, agua, whisky, nada de queso y saltarse 3 comidas de setenta y ocho han pervertido al cuerpo de J. Smith: delgado, con una fuerza superior a la del propio Hércules.
Semblante serio y frío (ártico), Mr. Smith rasga en sus cuerdas versos impregnados de inequívoca tristeza, pesimismo callejero, epítetamente Smithiano. De hecho, su vida es una constante banda sonora que puede modificar cada minuto, según se presenten los hechos de la historia.
A menudo sueña con barcos en el Atlántico, un Atlántico embravecido, tormentoso sobre el que vuela vuela vuela hasta dejarse caer apaciblemente en él. Going deeper and deeper, J. Smith se acaba hundiendo.
Se rumorea que le apodan "El Santo", pues su paciencia y bondad es tan infinita como su imaginación. Muchas cosas imperdonables le han oprimido el corazón. No es razón para que su desmesurada mente benigna no pueda llegar a comprender. Yo, desde mis 50cm de altura, no lo alcanzo a comprender. Será este corazón de plastilina que me han implantado. Maldito sea. Esto es un secreto, pero me dijo Da Vinci que está pensando en hacer un retrato suyo con una mandorla mística para él solito.
Lo considero como uno de los mejores oradores de Atenas. Por ser tan bueno en la materia, casi nunca la ejerce, solamente cuando la situación lo requiere. Sus palabras nocturnas (no tanto las diurnas) son directas al estómago. Pueden llegar incluso capaces de desangrarte viva, pero sin llegar a matarte. Pero también te pueden desangrar a lágrima viva de belleza, de realidad. Es, sin lugar a dudas, el maestro de la palabra de la polis.
A J. Smith no le gusta hablar de ternura, ni de sus propios sentimientos, eso se lo reserva a sus cuerdas, sus amantes bandidas. Eso sí, los niños pequeños consiguen lo que nadie es capaz de hacer: derretirlo por dentro. Maravilloso.
De mayor quiere ser conocedor del planeta y hablar tantos idiomas como hormigas hay en el mundo. Estudiará mas carreras, será guitarrista obligatorio en todos los festivales de verano, será abuelo serio pero divertido, de los que dan chocolatinas a escondidas de papá y mamá.
J. Smith estará en la plaza del Hierro el día 23 de diciembre, con una mirada paternal y orgullosa, me dará un abrazo y me dirá un insulto cariñoso.

PD. Varios factores como letras de canciones y día en particular me han cegado un poco a la hora de redactar mi carta. Espero que J. Smith lo sepa comprender. Es más maravilloso de lo que parece.



Rennes (ciudad terapéutica), 27 octubre 2007.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

vaaale, me perdí bastante en tu entrada de hoy, pero me gustó igual, que es lo bueno de la ignorancia babosa (homeriana, de felicidad salival).

Yo hoy tengo el día presocrático.por eso me iré de viaje(corto) en coche con....pene al volante!!! cuasi-legalmente (aún no le dieron el "papelito".bah, burocracia.

crixu, saluda a tus 50 centrímetros de alto por cien mil de ancha sonrisa.

que te den.....muchos mimos franceses.

el_fary dijo...

He de decir que los turrones para navidades.Gracias

Malagueña Salerosa dijo...

No sé qué quieres decir con eso, pero
lo acepto pulpo como animal de compañía.