miércoles, 15 de octubre de 2008

La mejor cama del mundo es pequeña e incómoda

Los nervios la estaban destrozando corrosivamente y aún así, Petra se regocijaba de gusto dentro de su cama.
La atmósfera fuera de su habitación, gélida. Una minúscula bocanada de aire te helaría el alma, los pulmones, la mente.
Petra se tapaba con la manta vieja de cuadros que le habían dado en la residencia. Joder, cómo picaba. "Bueno, a ver si puedo aguantar un poco..." Dio una vuelta. Dos. Tres y siete. "Creo que será mejor hacer la cama." Tardó un poco en levantarse, la pereza es la madre de todos los vicios (aun los dolorosos). Maldita sea, se le habían retorcido los pantalones del pijama. Se los colocó torpemente en la penumbra, o quizás debiéramos llamarle luz oscura. Ni siquiera las persianas de metal impedían el paso de la luz de las farolas de la calle, que se intuían a través del vaho del cristal. Cogió la sábana, la estiró y la metió por debajo del colchón. Manta, misma operación. Se vuelve a meter en la cama.
Se puso los auriculares y, cuando empezó la melodía, cerró los ojos imaginándose un caserón abandonado en un día gris. Era la melancolía que abrazaba a Petra por adelantado. Mucho tiempo de adelanto. Ese sopor... la sumía en una soledad muy dulce. Le empezó a dar pequeños mordiscos. Sabía a chocolate. Mordió ávidamente. Mordió mordió y mordió.
Se quedó dormida. Sola. Contenta. Extraña.

3 comentarios:

drowningspaces dijo...

http://es.youtube.com/watch?v=GwskFoB6IA0



I feel it in my fingers, baby.
=)*

Anónimo dijo...

yo sigo empeñada en repetirme más que el ajo, por eso te digo de nuevo que te echo de menos, simple y llanamente.


y recuerda, la pereza es la madre de la pera y la cereza...

Anónimo dijo...

por cierto, me parece reconocer la habitación de petra, creo recordar que tenía napolitanas marca 1 en la estantería. Creo.