jueves, 18 de octubre de 2007

Dos minutos veinticinco segundos

En aquel momento, la puerta de madera azul oscuro se encargaba de separar a dos personas, un antes y un después, una situación, una momento agridulce y delicado. No era tanto una realidad física como personal.
Primero vinieron golpes suaves, luego los insistentes, los violentos los acompañaron y los susurros fueron los últimos en llegar a la fiesta. El miedo que se apoderó de las entrañas de Petra en aquel mismo instante le decía que a Diego Canitrot le había ocurrido algo malo. Quizás una pandilla de matones venidos de Swazilandia se habían ensañado con el por no darles un cigarrillo. O podía ser también que una mafia italiana lo secuestrara durante un par de horas y como "el pajarito no quería cantar" le cantaron una buena ópera de sangre.
Abrió la puerta y Diego Canitrot estaba en el vano de la puerta con una sonrisa bonachona. O mejor podríamos decir que pícara. Sí, sí, pícara.
La excusa de Diego Canitrot era que se había quedado sin llaves, aunque era todo un poco extraño. Un chico nunca deja sus haberes en manos de otro chico. O eso creía ella. Se sentaron a la mesa y Petra preparó café. Una cucharada de café, dos de azúcar y leche muy caliente. Petra pensó en echarle unas gotitas de coñac del barato, pero pronto descartó la idea al ver a Diego Canitrot sumido en una especie de aura espectral. Sus ojeras y su palidez aumentaban todavía más, si es que era posible, esa visión de imagen espiritual.
Hablaron durante un rato. Siete minutos y cuarenta y siete segundos. O quizás más. Ninguno lo sabía. Petra se fue a la cama, pues eran casi las 2 de la mañana y había tenido un día duro. Dejó que Diego Canitrot se sentara en el lecho y no paraba de hablar. La joven no tenía ni la más remota idea de las cosas que salían de sus cuerdas vocales y se sentía un poco incómoda. Hasta que él dijo (...) y Petra se quedó sin palabras por primera vez en mucho tiempo. (...)
Diego Canitrot se fue al baño. Tiempo máximo transcurrido: dos minutos veinticinco segundos, el tiempo suficiente para que Petra:
- sintiera un pinchazo en el pecho
- tosiera tres o cuatro veces
- recordara la misma situación desde otro ángulo.
Esto último fue lo que provocó una lágrima, que salió del ojo, se escurriera por la cara y muriera en un pañuelo de papel. Entonces echó de menos a .
Diego Canitrot regresó del baño y se sentó abrumado. Con los ojos cerrados escuchaba a Petra intentando acabar con la tensión acumulada y tranquilizar al chico.
"Será mejor que durmamos."
"Está bien."
Y Petra oyó entre tos seca como Diego Canitrot hablaba entre sueños en francés.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

mmmm... je n'ai rien compris... je pense que c'était l'idée, mais bon...

au revoir

Malagueña Salerosa dijo...

De toutes façons, merci pour votre visite.
J'espere te voir quelque jour ;)

Malagueña Salerosa dijo...

Otra entrada importante a la basura.

Anónimo dijo...

vale.. creo que eu tamén estou de acordo co escritor norecuerdosunombre en que as entradas en français non apreciables para min se transladen (yeah!mala tradución!!) ó español-galego-portugués-castrapo.. que eu entenda...

CRIXU TE AMO!!!!

Anónimo dijo...

¿Qué le dice un muñeco de nieve a otro?...
...
...
...
-¿No te huele a zanahorias?

Anónimo dijo...

XDDDDDDDDDDDDDDDDDDd

típico chiste( o de arriba) que lle fai moitísima gracia a tanya e diana...

puagh! somos de risa facil

TAILOVIO NENESA

viajante dijo...

salut, es-tu allée a la fête de vendredi a l'insa???